-¡Esto está lleno de hormigas!
Mi madre toma el tarro en sus manos y le
dice:
-¡Tonto son hormigas locas, no hacen
nada!
Yo al escuchar a mi madre decir
¡Hormigas locas! Salí corriendo a mirar, pues las quería conocer, curiosidad
infantil al fin.
Me acerco y encuentro a mi madre
luchando desesperada con la infinidad de hormigas menuditas que se le subían
por el brazo, decepcionada me dije ¡Ah ya las conocía!
¡Si!
Ya las conocía pero no sabía que las llamaran por ese nombre, las había
visto, en trozos de dulces que quedan por ahí al descuido y en varias
oportunidades observe como las retiraban con agua.
Ese día, después de limpiar el tarro; mi
madre decidió colocarlo dentro de un plato hondo y lo lleno con agua, al ver mi
carita interrogante, me explicó:
-¡Hija de esa forma las hormigas no
llegan al azúcar, ya que al intentarlo mueren ahogadas!
Me pareció grotesco ¡Pobres hormigas
iban a morir ahogadas! Y le pregunte:
-¿No hay otra forma?
-¡Si! ¡Quemándolas!
-¿Qué y
no es más fácil tapar el tarro para que no entren? grité con rabia dando
rienda suelta al llanto pero a moco tendido.
Mi abuela al escuchar el escándalo se
acercó y consolándome me dijo:
-¡Tranquila mi reina yo tengo la fórmula
para salir de las hormigas sin hacerles daño, si lo tapamos de igual forma
llegan y se colocan alrededor de la boca del tarro, porque ahí queda dulce!
Sentí un alivio al escuchar esas
palabras de mi abuela.
La seguí y observé que tomó otro tarro
lo lleno primero de azúcar y luego con un poco de sal, lo mezcló y lo dejó sin tapar en el mismo
lugar del otro...
Pasaron varios días y observé que poco a
poco las hormigas se habían ido retirando y en el tarro solo quedaba sal, le
manifesté esta inquietud a mi abuela y me dijo:
Que este episodio de las hormigas locas
sea una enseñanza para tu vida…
“El azúcar y la sal las mezclé, pero
observa como las hormigas lentamente fueron seleccionando los granos de azúcar y
rechazaron la sal, es un principio que debemos aplicar en nuestras vidas,
aceptar a las personas positivas, llenas de luz que nos llenen la vida de
dulzura y rechazar aquellas negativas, que
con la sal de la envidia, nublan y amargan nuestra existencia”
Ha pasado mucho tiempo de esto, mi
abuela y mi madre ya no están, yo soy madre y abuela y les he inculcado a mis
hijos y nietos estos principios…
¡Siempre
recuerdo a mis viejas, eran muy sabias!
En cuanto a las hormigas…
¡No volvieron!