lunes, 1 de julio de 2013

¡LA CASA!


¡LA CASA ENCANTADA!

 "La ventana de mi habitación se abrió a raíz del viento y para mi sorpresa... Una sombra alada entra por la ventana perdiéndose en un rincón, una vez recuperada de la sorpresa me puse a meditar que realmente no debería sorprenderme tanto ya que estos actos inesperados son bastantes comunes en mi casa.
 
La casa en la que resido es muy cómoda y me gusta mucho. 
Solamente se escuchan los ruidos de los visitantes alados, a veces el de los gatos y el infaltable perro, ese de la vecina, que no se cómo se llama y hoy lo bautizare con el nombre de Motas en honor a su pelaje y que ladra como un condenado. 

Yo creo que le ladra hasta su propia sombra y por vagancia. 
Mi casa tiene en la planta baja un recibidor, un salón, un comedor y la cocina, un pequeño baño, en la 2da, planta tengo 3 habitaciones, 2 habitaciones las tengo organizadas en dos dormitorios, y en la tercera habitación es el despacho desde donde ahora les estoy escribiendo; he montado una librería con sus estantes, sus libros, un sofá para de meditar y un equipo de música. 

 Más o menos es una casa normal, pero hay un pero… 
 Sufre de visitas inesperadas no invitadas que atraviesan puertas y paredes y se pierden en algún extremo de la casa. 

Ya no me producen ni miedo ni siquiera curiosidad y todo debido a que esas visitas ya se me hacen cotidianas y esas entidades por llamarlas de alguna manera, tengo el convencimiento de que se trata de personas que ya han cruzado el umbral hacia el otro mundo o hacia otra realidad. 

 Les puedo contar por ejemplo, que frente de mi casa vivía un matrimonio joven con un hijito recién nacido, cuya madre le gustaba salir a pasear por la calle llevando en un cochecito de paseo a su hijito. 
 Algo muy bello y muy normal. 

Pero llego un día que no la volví a ver pues había fallecido de un ataque cardíaco y a los veinticinco años, eso es muy lamentable. 
Todo hubiese sido así, solo un accidente en el devenir del pueblo, pero ahí viene lo extraordinario:

 Estando yo en uno de esos días de fin de semana de sábado a domingo, leyendo un libro sentí, un llanto de niño en el mismísimo pasillo de mi casa, me levanto y salgo de mi cuarto buscando ese sonido y desde la oscuridad del pasillo venía la muchacha con los brazos cruzados como si trajera un bebe en ellos, pero no traía nada… 

¡Venía hacía mí con su rostro contraído por el sufrimiento por la separación de su hijito y de su boca salía el llanto del bebe! Quedé paralizada por lo sorpresivo de la escena, pasando por mi lado como sin verme y se perdió en la pared del comedor hacia el patio de ropas. 

En otra oportunidad estando en el dormitorio viendo una película en la televisión y por ese no se qué, que tenemos todos, en un momento justo veo pasar un personaje masculino dirigirse hacia el baño. 

Me levanté rápidamente para ver quién diablos era el intruso, busqué en el baño, en los otros dormitorios y nada… 
 En otra ocasión fue la vocecita de un niño, creo que como de unos 2 años que llamaba a su mama 

Y así he sido testigo de infinidad de visitas. Pero la más extraña y quizás la que más me ha marcado, fue en una noche de invierno hace algunos años; me hallaba ya acostada y en medio de ese sueño ligero del comienzo del dormir y otra vez sintiendo que alguien estaba en la habitación, giro mi cuerpo y en la oscuridad del cuarto distingo una figura femenina, su cuerpo su cabeza y su rostro estaban cubiertos por una tela vaporosa y su pelo bajando por sus hombros. 

 Como les había comentado antes el miedo hace mucho que me ha abandonado debido a los aparecimientos casi cotidianos, solo dije: 
¿Quién eres? ¿Qué necesitas? 
Alzó el velo de su rostro y vi el rostro más bello que pudiera haber tenido una mujer, me miró con una mirada suave y se notaba mucho cariño y mucha paz y se retiró. 

 Días después sufrí un accidente en el auto en donde viajaba con mi familia y no nos paso nada grave, sólo poli-traumatismos leves pese a que el auto lo enviaron al desguace por siniestro total. 
 Asocié que no nos pasó nada, a la visita nocturna que tuve en aquella ocasión. Sin embargo a los pocos días murió mi esposo trágicamente. 

 Desde ese momento y apoyada por todas las otras manifestaciones de apariciones que me ha tocado vivir, ya no tengo miedo al tránsito que le llamamos muerte.

 ¿Se preguntarán porque les escribo esto hoy? 
La respuesta es sencilla. Estoy esperando la visita de una mujer de unos 65 años que vivía en mi calle y que ayer murió arrollada por un auto que se salto un semáforo. 

 Estoy esperando su paseo por mi pasillo.

A veces creo que este pasillo conecta con el infierno, con el purgatorio o quizás con el cielo... Estoy dudando en compartirles este escrito, pues después de releerlo, pienso que van a pensar que no estoy bien de la cabeza y quizás hasta tengan razón, pero bueno, al fin y al cabo son cosas que me suceden y dejo al criterio de ustedes que piensen si son producto de mi imaginación o son realidad.

 
DNDA@COLOMBIA 
JUNIO 1RO. DE 2013





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